Al menos 13 personas han muerto y cinco están desaparecidas, entre ellas probablemente la familia y varios amigos del nicaragüense Eric Hernández, en el incendio de una discoteca de Murcia, en el sureste de España, ocurrido la madrugada del domingo hora local.
Todo indica que los 13 fallecidos estaban festejando el treinta cumpleaños del nicaragüense Eric Hernández en el palco número 18. Entre siete y ocho familiares y amigos del cumpleañero han fallecido en el incendio. Algunos de los cuerpos están completamente calcinados.
De los 13 fallecidos, tres ya han sido identificados por medio de la huella dactilar pero el resto van a tener que ser identificados a través de ADN de sus familiares para lo que se están recogiendo muestras de todos los que han acudido a la zona.
El rango de edad de las víctimas es de entre 20 y 40 años: “Los bomberos me comunicaban que era una pena cuando sacaban chicas de 20 o 21 años, muy jóvenes, pero todavía no se tiene la filiación exacta. Todo es mediante la inspección ocular en aquellas que guardaban unos ciertos rasgos que podían hacer identificable a la persona”, confirma José Ballesta, el alcalde de Murcia.
El diario digital “El Español” ha podido saber que las trece víctimas mortales supuestamente serían: Eric Hernández, un repartidor de Coca-Cola que estaba festejando sus 30 años; su hermano, Sergio Hernández, la madre de ambos, Marta, así como la pareja sentimental del cumpleañero, Orfilia, un matrimonio de amigos, Tania y John, y un allegado: Rafael. Al menos, así lo cree Alan Antonio porque confirma a El Español que “no sabemos nada de ellos” desde que se declaró el incendio.
Todos los supuestos fallecidos son de Nicaragua y como suele pasar en este tipo de tragedias eran un grupo de buenas personas, con unos trabajos y unas vidas humildes.
La menor del listado de supuestos difuntos es Orfilia Landón, de 28 años, cuidadora de personas dependientes y novia del cumpleañero Eric, repartidor de Coca-Cola. La mayor del grupo era Marta Hernández, de 60 años, que también trabajaba cuidando a una persona mayor. Tania era empleada en un restaurante, su marido John era albañil.
Esta familia nicaragüense, apunta Alan, llevaba en la Región desde hace más de quince años. «Dicen que estaba lleno. La gente que estaba abajo sí logró salir, los que estaban arriba, no», contaba Alan Antonio.
“En la segunda planta han quedado mi tía, mis dos primos, la mujer de mi primo, un amigo y una amiga de Nicaragua”, tal y como enumera Alan Antonio, tratando de contener las lágrimas, sobre la supuesta lista de fallecidos en el incendio que se inició en la Discoteca Fonda Milagros de ambiente colombiano y que posteriormente se extendió a otras dos salas: Teatre y Golden.
“Estamos destrozados”, resume Alan, mientras no pierde de vista a su esposa, María Elisabeth, una de las supervivientes que estaba dentro del palco VIP número 18 que alquilaron durante la pasada madrugada en la Fonda.
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