Maestro Erving José Ampié brindó su granito de arena a la Cruzada Nacional de Alfabetización

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En Nicaragua, el 23 de marzo de 1980 miles de jóvenes, hombres y mujeres, hacían historia al dejar el confort de sus hogares y cumplir con el anhelo de compartir la luz del saber a otros compatriotas nicaragüenses en la Cruzada Nacional de Alfabetización.

Originario del municipio de La Concepción del departamento de Masaya, el maestro Erving José Ampié Álvarez, hoy con 68 años, fue uno de esos jóvenes que aportó su granito de arena para que otros nicaragüenses aprendieran a leer y a escribir. Y lo logró con su misma gente.

Ampié fue alfabetizador y jefe de escuadra y columna de alfabetizadores en la comunidad de San Ignacio de su municipio, donde le tocó impartir enseñanza a un grupo de 19 personas. En esa fecha contaba con 22 años.

En Nicaragua, el 23 de marzo de 1980 miles de jóvenes, hombres y mujeres, hacían historia al dejar el confort de sus hogares y cumplir con el anhelo de compartir la luz del saber a otros compatriotas nicaragüenses en la Cruzada Nacional de Alfabetización.

Originario del municipio de La Concepción del departamento de Masaya, el maestro Erving José Ampié Álvarez, hoy con 68 años, fue uno de esos jóvenes que aportó su granito de arena para que otros nicaragüenses aprendieran a leer y a escribir. Y lo logró con su misma gente.

Ampié fue alfabetizador y jefe de escuadra y columna de alfabetizadores en la comunidad de San Ignacio de su municipio, donde le tocó impartir enseñanza a un grupo de 19 personas. En esa fecha contaba con 22 años.

Ampié compartió que en 1979 se integra a la lucha del Frente Sandinista y al surgir la tarea de la alfabetización junto con otro compañero, fundador de la Juventud Sandinista, se propusieron ser parte de esta hazaña que vino a beneficiar a miles de nicaragüenses.

“Lo que me motivó fue la necesidad educativa de las personas, que a veces las engañaban con sus tierras, le quitaban sus casas, porque no sabían leer ni escribir y a qué le estaban poniendo su firma con su huella digital y, lo otro es que la misma necesidad de la persona a uno lo humaniza para poder emprender una tarea de ese tipo”, dijo el maestro.

“Fue algo muy bonito porque realmente yo me quedé sorprendido cuando llegamos a la comunidad donde me asignaron y la gente nos estaba esperando en una escuelita desbaratada, sin embargo íbamos con ánimo, con decisión a trabajar y a enseñar”, agregó.

Recordó que como alfabetizadores iban equipados con una cotona, dos blue jean, un par de botas, una mochila de tela donde llevaban todo lo que iban a utilizar como tizas, una cuerina que servía de pizarra y las cartillas. Previamente tuvieron un proceso de capacitación.

“Para mí fue algo extraordinario porque estábamos claros que teníamos que cumplir esa tarea como los jóvenes de la época, hoy esperamos que los jóvenes de esta época también retomen lo que nosotros tomamos en su momento, bien difícil, estaba el momento de reconstrucción. No había los recursos como ahora, sin embargo lo hicimos y lo logramos, eso es para nosotros un gran avance”, remarcó.

Alfabetiza por segunda vez

Posteriormente, para Ampié Álvarez hay una segunda fase en la alfabetización que inició en 2005 (en tiempos neoliberales) al convertirse en miembro de la Asociación de Educación Popular Carlos Fonseca Amador (AEPCFA) donde estuvo 4 meses y su primera tarea fue hacer un censo en 20 comunidades y barrios de La Concepción.

El primer barrio fue Los Mercados, donde las familias eran liberales, algunas lo recibieron amablemente, otras no tanto. El resultado fue que de unos 900 habitantes, 600 no sabían leer ni escribir, lo que le dio la pauta para continuar en otros lugares y luego pasar el informe al partido de quien obtuvo el respaldo para seguir con la tarea y también contó con el apoyo de colaboradores históricos.

Nunca tuvo el respaldo de las autoridades educativas de ese momento en su municipio, más bien le prohibieron la entrada a todos los centros educativos, por lo que sus círculos de estudio integrados por grupos de 15 a 20 personas los hacía en casas particulares de campesinos y obreros.

Para esa fecha ya era 2007, año en el que el Frente Sandinista retornaba al poder y el Comandante Daniel Ortega a la cabeza orientaba mayor énfasis en una educación para todos y todas. El maestro Erving José fue contratado como Coordinador Municipal de Educación de Jóvenes y Adultos y empezó una etapa masiva de jornadas de alfabetización.

“Comencé con el Yo sí puedo, con televisores, VHS y video cassette. Trabajé así en las 20 comunidades con el apoyo del profesor Orlando Pineda que nos facilitó el material. Hacía tres jornadas en el año con grupos de más de 300, entonces eran como mil como mínimo, porque estábamos minados, en una situación difícil y había que trabajar duro”, destacó.

Después llegó la jornada De Martí a Fidel, se buscó a facilitadores voluntarios, maestros populares, gente jubilada y todo el que quería ayudar. Llegaron a tener en esas comunidades de La Concepción alrededor de 40 casas de base donde atendían a los grupos. Este tiempo abarcó hasta 2022.

A la fecha, mencionó que su primer alumno aún vive y cada vez que se ven recibe ese saludo fraterno y humilde lleno de agradecimiento por haberle enseñado a leer y escribir.

“Vive agradecido con nosotros, porque le ayudamos. Hoy él tiene su casita, su parcelita y tiene otras condiciones de vida mejor. No como la vida que vivía anteriormente, porque él era asalariado, trabajador de una finca”, reveló.

De agrónomo al magisterio

El maestro Erving José, alfabetizó no siendo un profesional del magisterio, pues él tenía el título de Técnico Superior en Agronomía en la Escuela Internacional de Agronomía de Rivas.

“Yo trabajaba en el programa de educación de adultos pero no era maestro. Y había una gran necesidad de ser maestro y entonces yo me documentaba con los cuadernos de trabajo de esos tiempos y con los folletos que me daban en las capacitaciones. Pero vino la orientación de que todos los que estábamos como coordinadores y facilitadores teníamos que ser maestros”, dijo Ampié.

Es por tal razón que entra a la Escuela Normal Ricardo Morales Avilés de Jinotepe y se gradúa como maestro en 2015 y luego se integra a la UNAN-Managua y estudia la carrera de Licenciatura en Física y Matemática en 2020.

Desde el 2022 es director de la Escuela Santiago, ubicada en el barrio del mismo nombre de su municipio de origen. Cada día recorre aproximadamente 4 kilómetros en su bicicleta desde su casa ubicada en el barrio Francisco Reyes hasta su lugar de trabajo, para continuar guiando y educando, ahora a niños y niñas de Educación Primaria.

“Es una tarea dura también, porque el director se tiene que mover en todas las áreas y sin embargo lo hago con amor porque quiero a mi partido y estamos convencidos que sin el Frente Sandinista aquí no hay nada que hacer”, aseveró.

 

Redacción Central
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