El perdón la mayor satisfacción de Mons. Pablo Schmitz. Relato de una comunidad arrepentida

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Desde su llegada a Nicaragua y su estadía en la Costa Caribe Norte y Sur Monseñor Pablo Schmitz, ha abogado en todo momento por la paz, el amor, el respeto de las culturas y la convivencia armónica de los pueblos interculturales. En más de 50 años de entrega a la misión de la iglesia católica Monseñor Pablo, detalla que es lo que más le llena de satisfacción hasta el día de hoy.

Hace aproximadamente 31 años, un día primero de enero de 1990, se dio la emboscada en la comunidad Ojo de Agua jurisdicción del municipio de Siuna, Triángulo Minero, donde murieron las religiosas Mauren Courtney, Teresa Rosales de la misión de Santa Inés y resultaron con heridas; Francisca Colomer y el obispo Mons. Pablo Schmitz.

Una comunidad entera, arrepentida le pide perdón 

«Después del atentado que sufrimos en los años 90 en la comunidad Ojo de Agua, se presentó una comisión de esta comunidad, yo me preparaba para bendecir la capilla de La Luz estando recién construida, se presentaron para solicitar hablar conmigo y nos reunimos», detalló el Monseñor Pablo.

La presencia de toda una comunidad representada por una comisión, ha sido un logro, que hasta el momento, para el Monseñor Pablo lo ha llenado de felicidad durante su vida sacerdotal, después del diálogo horizontal y de arrepentimiento, el Monseñor Pablo relató que los comunitarios le dijeron: “Monseñor estamos aquí para pedirle perdón por el atentado que sufrió en nuestra comunidad, nos sentimos culpables ya que alojamos a esos hombres y parte de ellos eran de nuestra comunidad, nos sentimos culpables y creemos que eso es un pecado muy grande” narró su Excelencia.

Queremos que nos imponga una penitencia 

Además de pedir perdón por el acto cometido, la comisión expresó que querían que les impusiera una penitencia. Ante esto, el Monseñor narró que los comunitarios pidieron hacer un sacrificio donde pudieran purgar sus pecados, “queremos hacer el viacrucis desde Siuna hasta la comunidad de Ojo de Agua, entonces yo les respondí que eran más de 20 kilómetros, algo muy lejos para un viacrucis, y les propuse que lo hicieran desde Ojo de Agua a Coperna», especificó.

Desde entonces, todos los años la comunidad de Ojo de Agua, en acto de culpa y arrepentimiento, realiza una peregrinación en viacrucis hasta llegar a la parroquia “Sagrada Familia” en Coperna, cumpliendo así desde hace más de 30 años su penitencia.

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