Mujeres productoras aportan en la implementación de prácticas agrícolas amigables al medio ambiente

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El dinamismo de la mujer en función de la promotoría para la garantía del equilibrio ecológico, ha sido un papel propulsor no sólo en la  sostenibilidad socio ambiental, sino también en la gobernanza democrática. Su evidencia se revela con Catalina Díaz Alarcón, habitante de la  comunidad de Rancho Alegre, jurisdicción del municipio de Siuna. Por más de 11 años se ha dedicado al cultivo y comercio de cacao, una práctica mayormente dirigida al manejo de los sistemas agroforestales.

Para Díaz Alarcón el amanecer es como un inverosímil que suele ser parecido con los demás días. A diferencia de los hombres ella siempre tiene que desarrollar sus labores de ama de casa para luego  salir rumbo a su parcela calzando sus botas de hules, su podadora en el hombro y su machete en la mano derecha no le falta

Cada día busca la garantía de la soberanía de su economía familiar, pero además aporta con al medio ambiente con prácticas de cultivos amigables con el medio amiente.

La parcela de esta productora es de tres manzanas de cacao y es socia de la Cooperativa Arandú Rayo Gadea (Arga). Cuya organización comunitaria de cacao, aglomera a 30 socios, de los cuales 9 son mujeres, incluyendo a Díaz Alarcón.

En la Cooperativa Agropecuaria de Servicios de Extracciones Esenciales en Siuna (COOPESIUNA.R.L), cuyo principal objetivo es mejorar los niveles de producción de cacao asociados con otros sistemas agroforestales como la pimienta gorda, también conocida como pimienta dulce, cuenta con censo activo de 15 mujeres participando en la producción de cacao. Esta cooperativa cuenta con 84 agremiados.

El rubro Cacao es uno de los que más auge ha venido tomando en los últimos años en el Triángulo Minero, el cual aporta aproximadamente entre el 30-35% de la producción nacional del país, lo que significan unas 1,200 – 1,500 toneladas de acuerdo a datos de la empresa RITTER SPORT NICARAGUA S.A, principal mercado de este rubro en el país, sin embargo el aporte de las mujeres productoras en la producción es invisibilizado en las coberturas mediáticas.
El rubro Cacao es uno de los que más auge ha venido tomando en los últimos años en el Triángulo Minero, el cual aporta aproximadamente entre el 30-35% de la producción nacional del país, lo que significan unas 1,200 – 1,500 toneladas de acuerdo a datos de la empresa RITTER SPORT NICARAGUA S.A, principal mercado de este rubro en el país, sin embargo el aporte de las mujeres productoras en la producción es invisibilizado en las coberturas mediáticas.

Basado en el trabajo de campo y organizaciones comunitarias, la representatividad de las mujeres muestra un ascenso relativamente importante, que se pone de relieve frente a los aportes de la reducción de los efectos del cambio climático.

El 52 por ciento corresponde a la participación y representación de las mujeres en la ejecución del proyecto “Promoción de la participación activa, organizada y sostenible de las mujeres, jóvenes y productores indígenas y mestizos, de los municipios de Bonanza, Rosita y Siuna”. La ejecución presupuestaria es impulsada por el Instituto Para el Desarrollo y la Democracia (Ipade), con el apoyo financiero de la Unión Europea y  Diakonia. La red de promotores, organizaciones comunales y empresariales en   15   comunidades,   aglomera   a   579   personas,   de   las   cuales  300 participantes son mujeres. El principal objetivo se fundamenta en la implementación de los sistemas productivos y agroforestales asociados con cacao, plátanos y árboles frutales. Los mismos han diseñado estrategias de gestión de planes de manejo, conservación y desarrollo local.

El relieve de la naturaleza actual de las mujeres en el campo laboral es determinable, como inherente y categórico, por su participación congénita ante la conservación de los recursos naturales. Su determinación como mujer sigue siendo facilitadora de los procesos de trasformación socia ambiental, que va desde la adopción de vidas ecológicas en el hogar como en el campo. Por eso fue valioso y determinante la decisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en plantear el cumplimiento de una agenda mundial e integradora del respeto, reconocimiento y defensa  de los derechos de las mujeres, en función de la protección y cuido del planeta.

“Resulta ineludible hacer una mirada pertinente y de comprensión hacia el horizonte. Porque es necesario rescatar las prácticas tradicionales de vida para enfrentar los efectos del cambio climático”, expresó la doctora en educación Jacoba del Carmen Dávila Molina, Coordinadora del Centro de Estudios e Información de la Mujer Multiétnica (CEIMM).

“Las viviendas construidas con materiales maderables era una forma de vida armónica con la ecología. Pero su atención se centra en la convivencia frecuente de las mujeres en la adopción y difusión de los hábitos de vida amigable con el ecosistema. Han sido ecólogas desde el hogar. Como una práctica habitual ha desarrollado acciones protectoras de la madre tierra y han aplicado estilos de vida más saludables y responsables con los recursos naturales”, añadió.

Redacción Central
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