Unos contenedores refrigerados fueron instalados en la isla de Maui en Hawái para hacer frente al número de muertos por los incendios forestales, además de personal del Ministerio de Salud, para agilizar el complicado proceso de identificación de las víctimas, constató un periodista de la AFP.
Los residentes dicen que el número de muertos es de al menos 480, muy por encima de la cifra oficial de 114. Más de 1.000 personas siguen desaparecidas.
El gran temor de los pobladores de Maui es que sus tierras ancestrales, donde tenían sus casas (hoy en ruinas) desde hacía generaciones, pasen a manos extranjeras porque para ellos será imposible reconstruir. Levantar una casa hoy en Maui puede costar más de un millón de dólares. Y aun teniendo seguro, la prima no alcanza para cubrir esa cantidad.
La otra indignación es que los turistas se han quedado de vacaciones en Maui en los lujosos hoteles donde los incendios no llegaron. Y más viajeros siguen llegando para tomar sol a un puñado de kilómetros donde unas 5000 personas perdieron todo.
El proceso para identificar a las víctimas avanza lentamente. Las autoridades habían recogido muestras de ADN de 41 personas con familiares desaparecidos en la tragedia.
Cientos de personas siguen dadas por desaparecidas, aunque este número se va reduciendo a medida que las comunicaciones se restablecen en la isla.
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