Francisca Pineda: ¡37 años de devoción, fe y amor al Cristo de los Milagros!

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He venido de tierras lejanas a venerar al Señor de Esquipulas…, tal y como dice el canto Milagroso Señor de Esquipulas, en los último 37 años, doña Francisca Pineda de 79 años de edad, recorre más de 300 kilómetros que separan la capital del municipio de Siuna, donde llega poco antes de la vela del llamado Cristo Negro, para posteriormente, el 15 de enero, peregrinar entre lágrimas, sollozos, llena de esperanzas y confianza en Dios, a la par del “milagroso Santo”.

Para esta señora su viaje a Siuna es una demostración de su eterna gratitud porque el Señor de Esquipulas le regresó su movilidad, ya que no podía caminar por un espolón y que ni en Siuna, ni Puerto Cabezas le pudieron operar por falta de insumos médicos en aquellos difíciles tiempos de hace más de 3 décadas en los que acceder a los servicios de salud eran casi imposibles estas zonas del país.

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“Yo no aguantaba y le prometí al señor que cada año estaría en su vigilia y procesión y hoy ya no tengo nada”, cumpliré mi promesa hasta que Dios me preste vida, dice con el alma totalmente conmovida y llena de emoción.

Doña Esperancita de bordón, entra a la iglesia. Foto 2019.

Doña esperancita, como es conocida esta senil devota destaca entre el mar humano ya que camina apoyada de un bordón por un problema en su rodilla, el que dice no es impedimento para realizar su acto de fe y amor a Dios.

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Para doña Esperancita, que antes vivía en Siuna, pero que por motivos familiares debió mudarse a Managua, la distancia le permitió fortalecer su fe, “Mi cristo negro fue y es mi médico por excelencia, por eso gracias Dios y a mi familia especialmente a mi hijo Napoleón Pineda, puedo asistir a la procesión, este año pensé estaría en deuda porque me dijeron mis familiares la habían suspendido, pero Dios hizo la obra y podre manifestar una vez más mi fe y cumplir mi promesa, muchas gracias a Otilio Duarte, el mayordomo por sus gestiones”. Refiere.

Inculcan fe

Para sus hijos e hija y demás familiares especialmente para su hijo Napoleón Pineda, ha sido grato unirse a la devoción de su mamá y cada año no dudan ni un instante en acompañarla, porque ha sido testigo de su fe, misma que hoy inculcan a los demás miembros de su familia.

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