Costa Caribe recuerda a Monseñor David tras un año de su fallecimiento

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Tras cumplirse un año de la dolorosa partida a la casa de Dios de su excelencia reverendísima monseñor David Zywiec, el pueblo de la Costa Caribe nicaragüense le recuerda  con un profundo  amor y admiración.

“Hoy y siempre se recuerda a un pastor que siempre camino de la mano con su pueblo, un obispo que velaba por los problemas de la población y les acompañaba” expresó el padre Rodolfo French párroco de la parroquia San Miguel Arcángel de Waspam.

Según el padre French, Monseñor David supo llegar al corazón de la Costa Caribe especialmente de la población de la Mosquitia con quienes compartió sus costumbres, su lengua, su comida y sobre todo su vida de misionero.

“Personalmente le recuerdo como un obispo demasiado cercano, entendible con su clero, cuando le fui a ver me recomendó varias cosas y todas se las he cumplido a cabalidad” expresó el sacerdote French.

Se relacionaba con todas las personas

Para el padre William Mora Vega de la parroquia Espíritu Santo de Mulukukú, monseñor David es recordado como una persona de diálogo, querido y admirado por todos.

“Monseñor David era capaz de entablar diálogo con todas las personas, no tenía preferencia por nadie, se sabía el nombre de todas las personas con quien tuvo contacto o alguna platica” expresa Mora.

Anécdotas

Mora Vega recordó que a finales del verano, íbamos hacia la comunidad de El Algodón, unas dos horas aproximadamente de San Andrés Mulukukú, al llegar a este poblado vimos que habían un total de 70 personas a caballo y él (monseñor David) decidió irse a caballo con ellos.

«El camino era largo, pero aun así se fue con ellos, al llegar lo vi con sueño y le pregunte que pasaba y él me dijo que estaba cansado, entre risas le dije, pero, usted decidió venirse a caballo y él solo se reía porque sabía que su deber era siempre estar al lado del pueblo, no importando las condiciones del camino o en que  tuviera que viajar, amaba estar con la gente” recordó Mora.

Un obispo sencillo 

A monseñor David se le recuerda a través de muchas palabras que fue haciendo suyas y que le caracterizaban entre ellas cuando despedía a la gente reemplaza el adiós con un “va pues” si algo estaba bien decía “Oh bueno qué bárbaro” si alguna cosa no quedaba bien o veía a alguien desanimado o enfermo decía “Oh bueno, entonces usted está hecho paste”.

Fueron sus palabras, su forma de ser y de llegar al corazón de su pueblo que lo convirtió en uno de los obispos más queridos en toda Nicaragua, llegando a ser dentro de la conferencia como “el que le ponía sabor a las reuniones” según el Cardenal Leopoldo Brenes.

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