Clorinda «Coyita» Alarcón y el tráiler invisible

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¿Cómo ocultas a 300 migrantes y cruzas la mitad del país sin ser detectado?  –Fácil, en la caja de un tráiler. Por absurdo que parezca, así fue la respuesta de Nicandro, uno de los más de 200 migrantes que fue abandonado para morir en la caja de un tráiler en Monclova, Coahuila, México.

Recorrió 1,023 kilómetros desde Los Reyes, San Salvador, Texcoco, en el Estado de México. Cruzó Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Nuevo León y llegó al corazón de Coahuila en un tráiler sin razón social, sellos de Hacienda y con placas sobrepuestas que nadie revisó.

El tráiler ´invisible´ cruzó al menos tres filtros permanentes ubicados en el Estado de México, San Luis Potosí y Galeana, Nuevo León, pasando desapercibido a los ojos de la Guardia Nacional, Ejército Mexicano, Inspección de Pesos y Dimensiones y a la revisión fitozoosanitaria.

Estuvo a 200 kilómetros de llegar a su destino, pero una decisión criminal, condenó a muerte su valiosa carga. Contrario a lo esperado, la avalancha humana logró escapar, dejando un saldo oficial de tres muertos.

Migración y muerte: El drama de Clorinda

Para Clorinda Alarcón Urbina, el miedo no era una opción. Desde los 15 años «Coyita» como le decía de cariño su familia, conocía los retos de la vida y los enfrentaba, así lo hizo cuando quedó embarazada y tuvo que dejar el tercer año de secundaria para concentrarse en su hija.

Era la menor de seis hermanos, sus familiares la recuerdan como una persona, decidida, humilde, risueña y amigable. Se fue a vivir en unión libre con el padre de la pequeña de nombre Pedro Manzanares, con quien criaba a una hermosa niña rubia Briana.

Vivieron felices tres años, pero la noticia de su segundo embarazo, la hizo despertar a su realidad y sin dudarlo pidió a Pedro embarcarse juntos en la travesía del «sueño americano». Tenía ocho meses de embarazo cuando salió de su casa en el empalme «El hormiguero», ubicado a 20 kilómetros de la ciudad de Siuna en Nicaragua.

Para poder pagar a los «polleros» vendió su casa y reunió los ahorros que había conseguido en su pequeña ´pulpería´ (modesto estanquillo en el que vendían bebidas y comestibles) a la que se dedicaba de tiempo completo. En un país no muy diferente a México, donde el salario mensual promedio es de 183 dólares mensuales (3,843 pesos), «Coyita» estaba decidida en cambiar el destino de su familia.

«Quería que su hija naciera en Estados Unidos y por eso no se esperó, ella era callada, pero cuando estaba con sus amigos era muy alegre. Tenía muchos amigos que la querían mucho», dijo su hermana Cenia Alarcón, de 25 años. Planeó la travesía tres meses antes, pero ni la distancia, ni los peligrosos cárteles mexicanos y mucho menos su embarazo atemorizaron a «Coyita», una mujer decidida de sangre ´Nica´ que jamás supo de cobardías.

Antes de viajar se reunió con su familia los «Alarcón Urbina», gente trabajadora originaria de la comunidad Ocote Tuma del municipio de Waslala, en la Región Autónoma Costa Caribe Norte de Nicaragua. Con la bendición de todos, emprendió el viaje con su esposo Pedro, su hija Briana de tres años, su hermano Saturnino de 23 años y la pequeña de 8 meses que llevaba en el vientre.

«Yo le pregunté si no le daba miedo irse, y ella dijo que no, que lo hacía para darle una mejor vida a su niña y a la bebé que estaba esperando. Ella me dijo que tenía fe de llegar con bien, porque había visto como muchas personas lograron llegar», relata su hermana Cenia.

En la travesía hubo comunicación constante por llamadas y mensajes, donde Clorinda relataba los detalles del recorrido. «No me dijo que hubieran tenido problemas, tal vez estaba mintiendo para tenernos con calma». Su travesía duró 22 días, tiempo que tardó en recorrer los 3 mil 400 kilómetros desde su país hasta Monclova, Coahuila.

El tráiler en el que realizarían el último viaje, lo abordaron en el Estado de México el 4 de Marzo por la tarde, y fue justo a las cuatro de la tarde cuando se comunicaron con ella por última vez con el siguiente mensaje: «Estamos bien en unos minutos nos vamos. Estamos en contacto». El sábado 5 de marzo, exactamente 12 horas más tarde, el Instituto Nacional de Migración de México los rescataría del contenedor de un tráiler abandonado en el Bulevar Lázaro Cárdenas.

En la caja del tráiler viajaban más de 200 personas, que durante la corta travesía fueron vigilados por dos sujetos que fungían como celadores. Los hombres de negro los amedrentaban y callaban para que no hicieran ruido durante el recorrido.

Sin acceso a más agua de la que cargaban, hacinados, en un ambiente enrarecido por el olor a orines que hacían en una tina, realizaron el recorrido de 12 horas, hasta que el ventilador de la unidad repentinamente se apagó llegando a Castaños. Los «celadores» secretearon al fondo de la caja antes de bajarse y dejarlos encerrados en medio de un sofocante calor de 35 grados centígrados.

«Se sintió que desgancharon la caja y ya nadie atendía nuestros gritos». La falta de oxígeno, el calor y la estampida debilitaron las condiciones de Clorinda que se desvaneció al instante mismo en el que lograron forzar una de las puertas de la caja de tráiler.

Dos horas después se reportó la muerte fetal de la pequeña de 8 meses de gestación, y poco tiempo después la de su madre «Coyita», que la acompañó en su viaje al cielo. Familiares esperan este viernes el regreso de «Coyita», según lo dicho por Saturnino Alarcón, quien fue que dio la noticia.

Pedro Manzanares y la menor de tres años regresarán a Nicaragua con una enorme pérdida, a una patria donde ya no tiene casa, y lo más triste, donde ya no estará «Coyita».

Fuente: Periódico La Voz

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